TRANSPERSONAL
Homenaje a las montañas
Hace cuatro años, la Asamblea general de Naciones Unidas aprobó
la decisión de que el 2002 fuese declarado "Año internacional
de las montañas". Curiosamente, casi nadie se ha enterado.
Pregunto a amigos que leen la prensa todos los días, a activistas
de organizaciones ecologistas, a algún que otro político.
Nada. No lo sabían. Personalmente, me enteré por azar,
leyendo el número de primavera de la revista "Natural",
que dedicaba a este hecho apenas una página.
¡Cómo me hubiera gustado escribir estas líneas al
pie de una montaña o instalado en su ladera! De momento, me conformo
con ver en la lejanía las cumbres del Guadarrama, blanqueadas
por las últimas nieves del año. Y es que la cabra tira
al monte y, a pesar del dicho de que "no se es de donde se nace,
sino de donde se pace", crecí contemplando diariamente la
ladera norte de Sierra Nevada, telón de fondo de la vega granadina
a la que se asomaba la terraza de la casa de mi infancia.
Pero no son razones sentimentales las que han motivado la decisión
de la ONU, sino el reconocimiento de la importancia que tienen las montañas
para la Humanidad y de su actual fragilidad. Unos cuantos datos: la
cuarta parte de las superficie de nuestro planeta está recubierto
por montañas, en las que viven más de seiscientos millones
de personas. Pero un 40% de la población mundial -2.400 millones-
dependen de sus recursos y de sus beneficios sociales y culturales.
En las zonas secas de la Tierra, entre el 70 y el 95% del agua proviene
de las montañas, y en las zonas húmedas, entre el 30 y
el 60%. Cuando se habla de biodiversidad, casi siempre se piensa en
las selvas tropicales, pero es en los sistemas montañosos donde
se halla la mayor variedad de flora y fauna, porque en ellos se dan
todas las variantes climatológicas.
Sin embargo, no sería necesario dedicarles un Año internacional,
si no fuera porque las montañas son gigantes con pies de barro.
A pesar de su aspecto macizo y de la impresionante visión de
sus cimas inalcanzables, actualmente se hallan sometidas a una insoportable
deforestación -piénsese en Haití o en Nepal-, a
prácticas agrícolas devastadoras -los aterrazamientos
no tradicionales, por ejemplo, se los llevan las torrenteras-, a actividades
mineras y aperturas incontroladas de canteras -¡heridas de entrañas
y de piel!-, así como a una creciente presión turística
-¡hasta en los Himalayas se han tenido que organizar expediciones
de limpieza!- Se me ocurre que desde la luna, nuestras gloriosas montañas
deben parecer simples arrugas torturadas.
Desde el punto de vista social y político, en las regiones montañosas
se concentra gran parte de la población subalimentada de nuestra
Humanidad y de los conflictos armados: en 1999, veintitrés de
los veintisiete detectados tuvieron como escenario una u otra cordillera.
Casi siempre se piensa en las sierras como refugio de bandoleros -Sierra
Morena- o de guerrilleros -Sierra Maestra-. Pero las alturas también
han salvado vidas, como las de los antiguos supervivientes de Guatemala
perseguidos por los paramilitares o, actualmente, las de miles de kurdos
perseguidos por los gobiernos de Turquía o Irak. Las grandes
cordilleras, por otra parte, también han servido tradicionalmente
de fronteras naturales, aunque no suficientemente infranqueables como
para impedir hace siglos el paso de Aníbal y sus elefantes por
los Pirineos para asediar al Imperio romano, la invasión contemporánea
del Tíbet por parte de China o el flujo de capital multinacional
en Bancos suizos.
Esta es la cara menos amable de las montañas. Tal vez, también,
la menos conocida. La televisión muestra con más frecuencia
la apertura de las pistas de esquí cada temporada o la celebración
de los deportes de invierno. Pero al margen de la sociedad de consumo
y del ocio, una breve estancia en las montañas o una simple excursión
pueden ampliar la visión de nuestros asuntos diarios, elevar
nuestra mirada sobre la cotidianidad de nuestras vidas. Pueden calmar
el ritmo de la actividad urbana y acompasar el ritmo de nuestro corazón
con el batir de las alas del águila. Como escribió Bashô,
uno de los mejores poetas japoneses del siglo XVII, en un célebre
haiku: "Nido de águilas/no afectan sus amoríos/el
oleaje".
La montaña siempre fue refugio de monjes y místicos, de
ermitaños y poetas. Sus aires son más puros, más
amplios sus horizontes, más intensa su soledad. Recuerdo ahora
un descenso de varios días, desde los pies del Anapurna, en Nepal.
Al principio, sólo se oía el viento y el estruendo de
las aguas precipitándose en cascada desde las alturas; a medida
que perdía altitud, iban apareciendo paulatinamente los sonidos
de la vida: el canto de un pájaro lejano, los pasos furtivos
de una alimaña, los golpes del hacha de un leñador...
Al llegar al primer valle habitado, por fin la compañía
humana: las canciones de los campesinos, el griterío de los niños,
las voces de los vendedores de un mercado... Nunca en mi vida, salvo
tal vez en otra ocasión en que me hallaba en una isla semidesierta
de Tahití, me alegré tanto de reencontrarme con mis congéneres.
Es una buena cura la soledad de las montañas, para volver a apreciar
a los vecinos, a los transeúntes que cruzan un semáforo
o incluso las colas habituales de cualquier aglomeración urbana.
Pero quizá sea una cura que nos debiéramos permitir de
vez en cuando.
Los dioses griegos se mantenían apartados de los humanos en su
Monte Olimpo. Para sus interacciones con éstos, tenían
que "descender del Olimpo". En muchas mitologías y
religiones aparecen montes y montañas a las que se les atribuye
un significado especial. El Aorangi, o Monte Cook, de la Isla Sur de
Nueva Zelanda, es lo primero que divisaron los maoríes en la
lejanía. Las nubes enganchadas en su cima le daban un aspecto
celestial. Le pusieron el nombre de Aotearoa, "La tierra de la
larga nube blanca". El monte Fuji se convierte anualmente en inmenso
santuario a donde peregrinan cientos de miles de japoneses. El monte
Meru, para los indonesios de Java o el Machu Pichu para los incas también
tuvo un contenido religioso. En donde no había montañas,
las pirámides tomaron, imponentes, su lugar: pirámides
de Egipto, pirámides del Sol y de la luna del altiplano mexicano,
pirámides mayas en medio de la selva del Petén en Guatemala...
La cultura judeocristiana es rica en la sacralización de montes
y montañas: Abraham tenía que sacrificar a su hijo Isaac
en un monte de Moria (identificado después como la colina donde
se edificaría el Templo de Jerusalén). Moisés recibe
las Tablas de la Ley en lo alto del Monte Sinaí. En el Monte
Tabor, Jesús revelará su divinidad a los discípulos
escogidos. Al monte de los Olivos se retira a orar. En el Calvario es
crucificado. En el Carmelo, monte de Palestina, en donde Elías
venció a los sacerdotes de Baal, se construirá en el siglo
XII un monasterio carmelita.Cuatro siglos después, San Juan de
la Cruz escribirá "Subida al Monte Carmelo", como comentario
a su "Cántico espiritual".
El punto más cercano al cielo, el que simbólicamente nos
acerca más a lo infinito, al misterio inconmensurable, es la
cumbre de una montaña. Es encaramados a una cima desde donde
puede contemplarse antes la salida del sol y desde donde puede demorarse
más tiempo su puesta. "De ocaso se empapan las montañas",
escribió la gran poetisa estadounidense EmilyDickinson. No es
de extrañar que lo volcanes encendidos parezcan al anochecer
estar borrachos de sol. Borrachera de luz que hace cobrar vida al conjunto
de la gran familia de montañas. Esas montañas que guardan
la memoria geológica de nuestro Planeta y son los testigos más
antiguos de nuestra Historia colectiva.
Alfonso Colodrón
Principales acontecimientos mundiales organizados
para el Año Internacional de las Montañas
-
Gran Cumbre 2002: Conferencia internacional sobre
las Montañas más Elevadas del Continente (6-10 de mayo)
Programa interactivo de videoconferencias organizados en lugares próximos
al Monte Everest (Nepal), Aconcagua (Argentina), McKinley (EEUU),
Kilimanjaro (Tanzania), Vinson (Antártida), Mont Blanc (Italia),
Cook (Nueva Zelanda)
Entre los temas de debate destaca el "apoyo a los acuerdos favorables
al desarrollo sostenible y a la protección de las zonas de
montaña"
-
II Reunión Internacional de Ecosistemas de
Montaña: Perú, País de Montañas en el
2002: Agua, vida y producción)
(12-14 de junio, Huaraz, Ancash, Perú)
Organizada por el Grupo Nacional de Trabajo sobre Ecosistemas de Montañas
-
Agricultura sostenible y desarrollo rural en las
regiones de montaña
(16-20 de junio, Suiza)
Organizada por la Oficina Federal Suiza para la Agricultura Johannesburgo
2002: Cumbre Mundial sobre el desarrollo sostenible (Río +
10)
(26 de agosto- 4 de septiembre, Johannesburgo, Sudáfrica)
Evaluación exhaustiva del avance del mundo en la realización
de los objetivos establecidos en el "Programa 21", adoptado
en la conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y
el Desarrollo, en 1992. El Capítulo 13 de este Programa trata
de la "ordenación de los ecosistemas frágiles:
desarrollo sostenible de las zonas de montaña".
-
Segunda reunión mundial de poblaciones de
las montañas
(20-24 de septiembre, Quito, Ecuador)
Organizada por la Asociación de Poblaciones de las Montañas
del Mundo y el Centro de Investigación de los Movimientos Sociales
del Ecuador
-
Cumbre de Banff sobre las Zonas de Montaña
2002. Paisajes extremos, desafío y celebración
(27-29 de octubre, Parque Nacional de Banff, Canadá)
-
Para más información puede consultarse
la web www.montañas2002.org o escribir al Foro de las Montañas
(Europa: Françoise Mees, europe@mtnforum.org; América
del Norte: Elisabeth Byers, ebyers@mountain.org)
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